Navidad, Solsticio de Invierno y Truman Capote.

Comienza una época señalada desde que el hombre es hombre, desde que aprendió a conocer los ciclos de la naturaleza. En la tradición cristiana, se llamó Navidad, y con ello los ritos paganos recibieron un baño de santidad por precepto papal. Desde el punto de vista natural lo que sucede es que el Sol está alejándose más y más de la Tierra, y así, se acerca el día más corto del año, el Solsticio de Invierno, que se produce entre el 20 y el 23 de diciembre todos los años en el hemisferio norte, y entre el 20 y el 23 de junio en el hemisferio sur. Es fiesta de recogimiento por un lado, pues la luz se apaga antes; por otro lado, es de felicidad, pues ya que es punto de inflexión, desde ese momento comienzan a durar más los días.

Estas fiestas no dejan indiferente a nadie, o las amas o las detestas; o te alegran o te deprimen. Cada uno las vive a su manera, pero siempre con intensidad.

Una componente muy importante es la exaltación de la familia, la celebración de la amistad, el compañerismo, el amor… la nieve vuelve el corazón más negro, en puro blanco inmaculado. Aunque sea por unos días, damos la bienvenida a los buenos deseos que la Navidad trae consigo.

En cuanto a las postales, es ahora cuando todos nos decidimos a enviar recuerdos a los nuestros, por motivos personales o empresariales. Es ahora cuando los carteros de los servicios de Correos del mundo llevan sus sacas cargaditas de mensajes de felicitación y amor.

Desde el punto de vista literario, esta época ha inspirado todo tipo de creaciones, desde cuentos, novelas, epístolas, teatro. Todos los palos literarios han sido tocados por la varita mágica de la Navidad.

Un bonito relato, «Cuento de Navidad», de Truman Capote dice: «…Esperé, pues, la Nochebuena y el siempre excitante advenimiento del orondo Papá Noel. Por supuesto, jamás había visto ese pesado y ruidoso gigante con la panza hinchada dejarse cacr por la chimenea y exhibir alegremente su generosidad bajo un árbol de Navidad. Mi primo Billy Bob, que era un miserable enanito, pero que tenía un cerebro como un puño de hierro, afirmaba que todo eso era una tontería, que no existía semejante criatura.
—¡Vaya!—dijo—. Creer que un Papá Noel existe es como creer que una mula es un caballo..»

Si les apetece leerlo íntegramente, hagan click en la ilustración del escritor, que lo disfruten.

Por nuestra parte, cortamos la cinta que inaugura las fiestas de diciembre, y anunciamos que en breve pondremos a vuestra disposición dos nuevos servicios para que las postales tengan más vida todavía. Estén atentos.

Un saludo.