En el mundo periodístico, cuando quieren significar que una imagen captada en fotografía, o una escena narrada representa la esencia de algo, usan la palabra «postal». La postal es aquello que nos hace comprender, también, una situación, una circunstancia. Frases como «la postal de la tarde fue, claramente, Iniesta pateando el balón a gol», pretende realzar la importancia del hecho, y fijarlo en la memoria.
Postales de Berlín, una entrada en el blog «Alemania para tí», del Centro Alemán de Formación, nos pone un buen ejemplo en síntesis bajo el titular: Son muchas las postales de la capital germana que llaman la atención a quien nunca pasó por allí. Otro ejemplo, «Postales de una Inglaterra obrera«: «Diana Spencer se iba a casar con el príncipe Carlos, los sindicatos se partían la cara en la calle y la marcha de los parados atravesaba el país. Corría 1981…»
En fin, que los atributos de tangibilidad de una postal impresa han sublimado el objeto postal para convertirse en símbolo de lo que permanece, de la congelación del tiempo que entonces, ya no corre.
Pienso que esa es una de las motivaciones principales por las que un turista usa las postales, la de atrapar un momento agradable de su vida, quizás incluso feliz, en un intento de revivirlo más adelante, o de compartirlo y así, multiplicando, evitar su fuga.
Y ya que estamos, pongamos la postal poética del día, de la mano de Garcilaso de la Vega, poeta español del Renacimiento, que haciendo gala de uno de los lemas de dicha época, pretende perpetuar una relación amorosa feliz:
Contigo, mano a mano
busquemos otros prados y otros ríos,
otros valles floridos y sombríos,
donde descanse, y siempre pueda verte
ante los ojos míos,
sin miedo y sobresalto de perderte.
Hasta aquí, hoy hemos hablado de esencias, pocas fotos, aunque no hace falta, el reverso es también postal. ¿No les parece?
Seguimos printposteando. Salud.